9/21/2008

La cámara (2)

Antes de viajar, sólo unas horas antes, nos compramos otra cámara, una Nikon con la ilusión de tener mejores recuerdos de los lugares por conocer. La verdad es que el capricho era más bien mío, pero en fin.
Resulta, como es obvio, que los mejores lugares fueron fotografiados con la cámara nueva. Lugares como: L'aquarium de Barcelona que tanto gustó a Darío, la Casa Batlló de Gaudí que tanto nos encantó a los tres, El Hospital de La Santa Creu I Sant Pau que es patrimonio de la humanidad o el Castillo de Gibralfaro en que Darío flipó, hasta que... en el Jardín Majorelle de Marrakech se cayó y no contenta con eso, rebotó dos veces y se estropeó el lente. Adiós cámara nueva.
Entonces, le pusimos la tarjeta de memoria a la cámara Kodak, pues la de ésta ya estaba llena, entre otras cosas con fotos de mi sobrino y su cumpleaños.
Bueno, ya con la cámara nueva estropeada, seguimos tomando fotos con la de siempre y la última foto que tomamos fue a Darío en el aeropuerto de Roma... después de eso, ni mi esposo, ni yo sabemos que pasó con ella. O sea, se nos perdió la cámara vieja con la tarjeta de memoria más grande y las mejores fotos y nos quedamos con la nueva, estropeada y con la tarjeta de memoria enana.
Por lo tanto, igual tengo una que otra foto... y aún tengo una pequeñita esperanza de recuperar la otra, cómo... igual como se llega a Roma. Ingrid, ahora tú también podrías unirte a esa esperanza :P
Estas fotos son todas de Granada: 1) en la parada de autobuses, 2) en la Casa-cueva en que nos alojamos, 3 y 4) en el Albaicín (o Albayzín) y 5 y 6) en la Alhambra y el Palacio de Carlos V.

9/19/2008

De vuelta en Chile

Sí, me pegué una escapadita el día 4 de septiembre y regresé este 18 de septiembre. Nuestro destino: Barcelona.
La primera escala fue en Sao Paulo, donde un escáner de maletas divisó una tesora, yo insistía no tenía ninguna tijera, la oficial insistía que sí y cuando dijo que parecía escolar, recordé el estuche de mi hijo y como era escolar la dejaron pasar.
La entrada a la unión europea la hicimos en la segunda escala: Milano, lo primero que se nos dijo fue: primera vez en Europa (el pasaporte estaba en blanco) y el tono era de sospecha, pero como teníamos un montón de papeles que acreditaban que no queríamos quedarnos allá, pasamos sin problema.
Nuestro primer susto fue con una maleta que demoró mucho en aparecer y justo cuando la fuimos a pedir a la oficina correspondiente, llamaron ahí que la habían encontrado perdida y nos la entregaron.
Llegamos el 5 de septiembre a medio día a Barcelona y nos esperaba la mujer de mi primo... no la conocíamos pero ella nos reconoció enseguida.
En Barcelona estuvimos hasta el día domingo 7, entonces vino mi segundo susto porque llegó la hora del bus a Granada y mi esposo no aparecía (andaba en un Foro al que había sido invitado), sin embargo, yo no estaba dispuesta a perder pasajes y hotel, y decidí irme sola y que él se fuera después y nos encontrara allá, pero cuando ya había que subirse al bus, apareció y viajamos toda la noche.
En Granada tomamos un autobús para el lado contrario y nos hicieron un citytour improvisado antes de llevarnos al "hotel". Dormimos dos días en una Casa-cueva del Sacromonte para después viajar a Málaga donde sólo estuvimos una noche y tomamos un bus a Algeciras, límite sur de España. Aquí tomamos el Ferry que hizo vomitar mucho a Darío, a Tánger (Marruecos) donde no dormimos, sino que tomamos el tren nocturno (11 horas) a Marrakech. En Marrakech estuvimos 3 noches en un Ryad (hotel) de la mezquita, y en uno de esos días nos escapamos a Essaouira en taxi, 3 horas de ida y 3 de vuelta.
De Marrakech tomamos el tren a Casa Blanca, donde dormimos una noche pues de ahí salía el avión a Barcelona para ya volver a Chile.
Sin embargo, perdimos el avión a Barcelona, y tuvimos que tomar otro, a Valencia donde pasamos la noche en el aeropuerto y de madrugada tomamos un bus a Barcelona donde después de almorzar volvimos a Chile, obviamente pasando por dos escalas: Rome y Sao Paulo.
Tras este aglutinado viaje me doy cuenta de que el mundo no es un pañuelo, y de la increíble capacidad de adaptación que tiene el ser humano a las zonas horarias, los viajes, los lugares, las personas, las costumbres, los olores, las comidas y... en general a los cambios.
Ahora siento que tengo tanto que contar. Pero no tengo fotos porque se me quedó la cámara con tarjeta y todo, en algún avión (supongo) así que tendré que hacerlo de a poco, lenta y descriptivamente.
Salu2.
continúa...