10/25/2012

8/10/2012

tres minutos de tensión máxima

Una acción suicida sería salir con una bebé, estando sólo acompañada en la ciudad por tu hijo que en ese momento está en la escuela y luego perder la llave para entrar al departamento.
Es lo que me ha sucedido. Con Nela hemos ido por un par de cosas al minisuper de la esquina y muy divertidas las dos, ella caminando a placer y conversando (en su idioma) y todo. En el minisuper curioseó y no hizo ningún berrinche. De vuelta de nuevo caminó lo que quiso y al llegar fue directo a la puerta y se puso a golpear, pobre ni se entera que estábamos solas. Entonces yo busco la llave en todos mis bolsillos y nada. Trenta segundos de pánico pues no tengo a quien llamar. Sé bien que mi hijo no ha llevado llave al cole porque es la que he tomado para salir. Pasan varias soluciones por mi cabeza pero todas imposibles: llamar al cerrajero: no cuento con el dinero, conseguir un hacha y romper: cómo paso la noche, en fin, es increíble como trabaja el cerebro a full en tan poco tiempo. Como casi nunca oigo mi voz interior y esta me dice: empieza por volver al negocio porque seguro botaste las llaves, pero parece tan poco probable. Cómo no sonaron al caer, Cómo Nela que recogió hasta una moneda no las vio... volvemos, esta vez la llevo en brazos a pesar de mi dolor en el vientre, para llegar rápido, y en 2 minutos y algo, estamos frente a la cajera que las tiene. Durante el déjà vu, Nela vuelve a caminar lo que se le antoja, total, igual entraremos.

8/07/2012

irealidad

De pronto ha vuelto.
Se apodera de mí la sensación y así sin aviso, estoy de nuevo siendo observada, como dentro de una filmación y parece que todos mis movimientos deben ser calculados y todo a mi alrededor parece puesto ahí por algo y en cada cosa hay una señal, todo significa algo, las hojas que saltan sobre el pavimento gracias al viento, una llave botada en el camino, todo, todo es una señal que debo descifrar y no quiero, no estoy dispuesta a perder mi tiempo. Ya no es ayer, ya no hay tiempo para perder, esta vez no quiero, no acepto las miradas de quienes si saben que está sucediendo e intentan fingir normalidad frente a mí y no pueden evitar chocar con mis iris.
De nuevo está aquí, esa sensación y parece que todo está programado, dirigido y que toda espontaneidad en el ambiente es falsa, de nuevo siento que protagonizo una historia que alguien más escribió y todos al rededor conocen y sólo yo soy observada como único ser de estudio. De nuevo todos los acontecimientos parecen designios o pistas de un juego tras las cuales debo caminar y usar para definir el final  de este protagónico involuntario en el que estoy inserta.
Por suerte el camino se acaba, el departamento se abre y ahí están mis hijos y todo lo demás se va al carajo y las responsabilidades de mi vida hacen estallar cualquier idea fantástica.