2/18/2013

Cuento para dormir feliz.

Había una vez un elefante que cuando caminaba hacía "pum pum", temblar la tierra y levantaba mucho polvo. Sus amigos, la jirafa, la cebra y el caracol le reclamaban mucho por esta razón. ¿Pero qué puedo hacer? -preguntaba angustiado el elefante. Camina más suave, así -decía la jirafa. No es cuestión de suavidad, es que yo soy muy grande -Agregaba el elefante. Pero los animales no le entendieron. El elefante, triste e incomprendido, comenzó a caminar sin rumbo, pensando que pronto estaría tan lejos que hasta extrañarían sus pasos. Caminando, ya cansado, el elefante se encontró de frente con una canguro. Ambos se miraron incrédulos de lo que veían, y el elefante pensó: que ser tan extraño con esos pies tan grandes y esa herida en la guata. Por su parte, la canguro pensó: que enorme animal y que nariz tan larga y sus orejas, si parecen alas. Entonces la canguro rompió el silencio, hola forastero, que te trae por acá, yo soy una canguro. Hola -dijo el elefante. Y agregó: yo soy un elefante y me trae la tristeza, la tristeza de ser ruidoso e incómodo para mis amigos. Cómo así -inquirió la canguro. Claro, es que dicen que mis patas levantan demasiado polvo y hacen temblar la tierra y yo no sé cómo mejorar eso. Vaya, no le veo nada de malo, yo al saltar hago un gran alboroto -dijo la canguro. Ahora dime tú ¿qué te pasó en la guata? -preguntó el elefante. jajaja, rio la canguro y luego explicó: esto, es una bolsa, un marsupio, donde llevaré a mi cría un día. Oh, que buen invento -dijo el elefante. Oye elefante ¿y por qué no usas pantuflas? -dijo la canguro. Pan, pan ¿qué? -preguntó el elefante. Pantuflas, son unos inventos para los pies que usan los humanos para pisar suave y descansar. En ese momento el rostro del elefante se iluminó ¿dónde los encuentro? pregunto. Vamos, mi amigo Juanito las confecciona -respondió la canguro. Y se fueron "toin toin y pum pum" saltando y caminando. Llegaron donde Juanito, quien hacía pantuflas y le contaron lo que sucedía. Juanito se conmovió, sin embargo, nunca había hecho pantuflas tan grandes. Luego de un rato se le ocurrió una idea. Tomó cuatro cojines redondos del comedor y realizó las pantuflas más mullidas y grande que jamás había hecho. El elefante lo abrazó de placer con su trompa y entonces la canguro se despidió del elefante deseándole mucha suerte. El elefante se fue feliz, ahora haciendo "paff paff" al caminar y devolviéndose a ver a sus nuevos amigos cada cierto rato. Cuando volvió a su hogar, todos estaban tristes, sollozaban por su extravío. Lo más extraño fue que él ya estaba muy cerca y nadie lo notó y seguían lamentándose, entonces los saludó y todos brincaron del susto. Pero si te hemos buscado por todos lados -dijo la jirafa. Cómo has venido sin hacer temblar la tierra -dijo el caracol. Te extrañamos mucho -dijo por fin la cebra. El elefante sólo blandeó su trompa apuntando sus patas y todos quedaron maravillados. En ese momento, el elefante comenzó a contar su aventura y sus amigos buscaron una enorme ración de vegetales para que repusiera energía. Fin.